Faro del castillo de San Sebastián

Este faro fue proyectado en el año 1907 por Rafael de la Cerda y se sitúa en el interior del castillo a escasos 70 m del anterior faro gaditano. Tiene de altura sobre los arranques 30,10 m y está formado por un tubo central de palastro de 2 m de diámetro interior y 8 montantes. El tubo del fuste es de palastro de acero, de 7 mm de espesor de carácter desmontable, formando anillos de diversas alturas.
No se iluminó hasta 1913, a causa del proyecto reformado para encenderse con alumbrado eléctrico mediante arco voltaico. Fue el segundo en España que empleó este sistema. En 1995 se sustituyó el tipo de lámpara de incandescencia trifásica por lámparas halógenas monofásicas.
Su período es de 10” y sus características: GpD (2)B. (Grupo de destellos 2 – Blanca). Su alcance nominal es de 25 millas. En una ventana de la cámara de servicio se instaló una luz verde, para balizar un bajo. El plano focal del aparato se halla a una altura de 41 m sobre el nivel medio del mar y a 36 sobre el terreno. Después de que ha dejado de estar en servicio el faro de la Baña (Banya) en el Delta del Ebro (Tarragona), el de Cádiz es el único faro histórico existente en España de estructura metálica.
Sus ventanas están rematadas en frontones triangulares, lo que supone una cierta concesión al neoclasicismo. El hecho de construirse con carácter desmontable es evitar lo que experimentó el faro anterior, que subsistió hasta 1898, cuando fue mandado derribar por el duque de Nájera, gobernador militar de Cádiz, para que no sirviera de referencia al enemigo, en la guerra contra los EE.UU.
Antecedentes
El Faro de Cádiz posee una importancia histórica comparable a la de la propia «Torre de Hércules», bien porque se le atribuye al mismo fundador, o bien porque en sus orígenes el edificio recibió el singular nombre de “Templo de Hércules”, del que diversas fuentes afirman que fue utilizado fundamentalmente como faro. Existen muchas referencias de geógrafos e historiadores árabes que lo describían ya desde el Siglo XII como un espléndido edificio de varios pisos, rematado con una estatua dorada y semejante al de Alejandría.
A lo largo de su historia, el faro de Cádiz ha recibido sucesivos nombres. Uno de ellos fue el de “Torre o Faro de San Sebastián”, por la ermita del mismo nombre que edificaron junto a él los venecianos en torno al año 1400, como muestra de agradecimiento por la ayuda que les prestó el pueblo gaditano a superar la cuarentena tras la peste que contrajeron durante un viaje. Más tarde, en 1613, se reconstruyó la torre del castillo de San Sebastián, que acogía en su interior al propio faro, con lo que el faro pasó a denominarse Faro del Castillo de San Sebastián.
El anterior faro de Cádiz, levantado sobre una torre de almenara, habría tenido su origen el 31 de octubre de 1766, fecha en que se autorizaba su construcción conforme al proyecto que tan sólo un mes antes había firmado el ingeniero Director del Ejército Antonio de Gaver. Dos años después se ejecutaba el de la armadura que habría de cobijar su linterna. Estaba realizado en piedra. Por vía experimental, en 1818, se utilizó gas hidrógeno, extraído del carbón de piedra, para alumbrar.
Este faro recibió sucesivas modificaciones y reparaciones, hasta que en 1898 el gobernador militar de Cádiz, a la sazón duque de Nájera, ordenó su derribo al considerarlo punto de referencia para un posible ataque americano durante la efímera guerra Hispano-Norteamericana. Una década después, y a 70 metros del primitivo faro, se construiría la nueva torre que hoy ilumina las costas gaditanas.
El nombre de Faro del Castillo de San Sebastián fue sustituido oficialmente en 1914 por el de “Faro de Cádiz” por la confusión que originaba la existencia de dos faros con ese mismo nombre: el de la provincia de Gerona, y el Faro de Igueldo en Guipúzcoa, que también recibía el nombre de San Sebastián por su proximidad al puerto. Posteriormente, en 1994, una Orden Ministerial lo adscribió a la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz bajo su actual denominación.
El actual faro
Proyecto de Torre:
Según la Real Orden de 28 de diciembre de 1903, dos condiciones imponía el Ministerio de la Guerra para autorizar la construcción de la torre: la primera se refiere al poco volumen y ligereza que debe presentar para disminuir su visibilidad; y la segunda, la facilidad en desmontarla para hacerlo con rapidez en caso de guerra. Las dos difíciles de conseguir en una torre de tanta altura y con una linterna de tanto diámetro.
Por ello se ha recurrido al empleo del material más resistente: de acero laminado, contentándonos con que la torre resista los esfuerzos del viento sin adoptar disposición alguna especial para disminuir su flexibilidad y prescindiendo de todo elemento decorativo. En cuanto a la facilidad de desmontarla, además del empleo del material antes dicho, la da disminuyendo a igualdad de resistencia el peso de las diferentes partes. Se ha adoptado una disposición especial para aquella y se dejan permanentes los medios auxiliares de construcción, que son: un pescante de hierro en la parte superior con un torno, para cuanto se refiere al aparato, torreón y linterna, y una cabria especial que se apoya sobre la misma torre y ha permitido montarla sin necesidad de andamiaje.
La torre está constituida por un tubo de palastro de 2 metros de diámetro, en cuyo interior se aloja la escalera de caracol, también de palastro. Exteriormente queda reforzado por ocho contrafuertes radiales en forma de vigas de igual resistencia, con grandes celosías. En la parte superior se ensancha en una altura de 3 metros y un diámetro de 3,40 m para la cámara de servicio, quedando en la parte superior una plataforma de unos 3,80 m donde va el aparato, torreón y linterna.
Los cimientos se asientan sobre roca dura, y se han hecho de hormigón hidráulico, embebiendo en su masa una porción de carriles viejos que atraviesan, haciendo el conjunto solidario las cabezas de los grandes pasadores que unen las placas de asiento de los contrafuertes a la masa de hormigón para la sujeción de la torre. El cimiento, de un metro de profundidad, aproximadamente, pues se ha abierto la excavación hasta encontrar roca dura, sobresale 1,70 m. La estabilidad de la torre, es decir, la relación entre el momento de acción del viento respecto al plano de arranque y el momento de peso de la torre y cimiento, respecto a una de las aristas exteriores de este último macizo es seis.