Los bares de Sevilla que el virus se llevó


La esencia de una ciudad no son solamente los monumentos que puedes visitar, también son sus calles, sus locales, una tapita, el bar de la esquina, etc. En resumen, pequeños cobijos que nos han acompañado desde siempre para tomarnos un respiro. En los bares que el virus se llevó encontraremos verdaderas reliquias gastronómicas.

En este post diremos adiós a establecimientos de Sevilla que cierran sus puertas para siempre tras historias de generaciones escondidas en cada uno de sus rincones, y que no volverán a quedar en el sitio de siempre. Si algo tienen en común, es la bajada de sus persianas por última vez en tiempos de pandemia, aunque no todos han cerrado por el mismo motivo. Estos bares merecen que contemos su historia como agradecimiento a la dedicación durante años que nos han permitido fabricar recuerdos.



Los bares que el virus se llevó

Becerra

Becerra, el primer establecimientos de los bares que el virus se llevó. 40 años y cinco meses de historia nos deja este restaurante de Enrique Becerra. Su propietario inició esta aventura a los 21 años, un 31 de octubre de 1979, y su evolución lo llevó a convertirse en un referente gastronómico de Sevilla. Apostando siempre por la comida andaluza se podía degustar una carta deliciosa y variada que los clientes echarán mucho de menos, como sus berenjenas fritas de gambas, el salmorejo cordobés, los calamares rellenos a la antigua, la cola de toro, el cordero asado a la miel, sus deliciosos postres como el pudding naranja amarga, la tarta de chocolate y galleta con natillas o el sorbete de limón al cava.

Este Restaurante se convirtió en un lugar tan aclamado que han pasado por él numeroso Presidentes del Gobierno, 14 premios nobel, el escritor Pérez-Reverte, Vargas Llosa y García Márquez, entre otros.

Su dueño y fundador, Enrique Becerra, fue quien lo confirmó, Cierra por motivos de salud, el empresario cuenta con algunas intervenciones médicas que no le permiten desarrollar su trabajo habitual. Ahora, Becerra se dedicará a su vocación “de chaval”, escribir. Y que no se diga que este hombre no haya cumplido ya su deseo, pues ha publicado ya cinco libros.

 Grana y Oro

En 1964, y fundado por Manolo Soriano, comenzó la historia de otro de los bares más conocidos de Sevilla. Un bar con clientes fieles y habituales amantes de una comida casera que Grana y Oro ofrecía. Destacan sus guisos, sus albóndigas, su tortilla de papas, el rico potaje de chícharos, el famoso pisto, la carne mechá, el churrasco, su atún con tomate o encebollado,  y esa Cruzcampo que no faltaba a ninguna hora del día. Tras generaciones llenando la panza a sus clientes, este bar ya no será un plan con los amigos o familia. Sus propietarios anunciaban su cierre informando de que “el dichoso bicho nos ha ganado la batalla”, y también desearon “salud y suerte a todos los compañeros que están aguantando para que esto acabe pronto”. Los clientes dicen adiós a una comida casera de toda la vida, así como a un lugar donde poder empezar el día a tempranas horas de la mañana, pues Grana y Oro subía sus persianas a las 06:00 para servir a sus clientes más madrugadores. Desde 1964 hasta 2020, y derrotado por el nuevo coronavirus, otro de los bares que el virus se llevó.

 

Café bar Jazz Naima

Uno de los cafés históricos que dejará un gran vació en la Alameda. Tras 25 años de espectáculos y de propagar la cultura jazz en pleno centro de Sevilla, ya no se volverá a escuchar más música en su interior. Su propietario, Jorge Moreno, comunicaba en Facebook el siguiente mensaje para sus clientes: “Muchas gracias a todos por tantos años en esta esquina que no podré olvidar”.

El motivo de este cierre ha tenido que ver con la renovación de contrato de alquiler del local con una cuantía “no asumible” para el negocio, llegando a doblar el importe actual. Su propietario, anunciaba por Facebook que el local cierra sus puertas el 27 de junio, tras casi 25 años de espectáculo. Lo mismo le ocurrió al bar Corto Maltés situado también en La Alameda, en diciembre, cuando todavía la Covid-19 no se había propagado en España.

 

Tradevo Mar

Este local se inauguró en 2015, y aunque respecto a otros bares parecen pocos años, nada de eso, sus clientes lamentan su cierre tanto como otros más antiguos. Tradevo Mar fue idea de Gonzalo Jurado y su decoración estuvo a cargo de la firma Persevera, una firma presente en los locales de prestigio de la ciudad.

Su modo de servicio era ideal para aquellos que siempre piden algo pero después también les apetece lo que ha pedido el de al lado. Su filosofía de empresa se basa en platitos racionados en los que poder picar varias especialidades. Ya no se podrán degustar esos mariscos frescos en San Bernardo, platos como sus famosos boquerones al limón, la sardina marinada, los tallarines de chipirón o sus postres y vinos.

El bar Tradevo de Mar situado en San Bernardo, cierra sus puertas para siempre. Es el local más pequeño de los tres que el chef Gonzalo Jurado tiene en Sevilla. Cierra para poder dedicar un mayor porcentaje de atención a sus clientes de los otros dos bares, aunque todavía uno está a la espera de apertura. El de la zona Centro está abierto ya y pondrán en marcha un Take Away así como una modernización de la carta. Tradevo de Mar se suma a la lista de bares que el virus se llevó.

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Casa Eme

Casa Eme, de Emérito Serrano, conocido por su comida y servicio tradicional, ya no estará más a servicio de la Puerta Osario. Los clientes pierden un tradicional y a la vez original bar que tenía escrita su carta en azulejos junto a otros de los cristos y las vírgenes de Sevilla. No solo eso, también Casa Eme era el único bar que avisaba a sus clientes con un megáfono y escribía los pedidos con tiza en la barra a la antigua usanza. Este lugar fue el comienzo de los conocidos humoristas Los Compadres, ellos también se han despedido de Casa Eme agradecidos con el escenario que ponían a sus vídeos y los ratos que pasaban en el lugar.

Después de 30 años, este negocio familiar no solamente cierra el bar, también pone en venta el edificio de la Puerta Osario. A este negocio con un terreno tan reducido sin acera, no le sale rentable afrontar las pérdidas provocadas por las distancias de seguridad. El dueño lamentaba no poder afrontar la transformación del sector y dejar de suministrar a sus fieles clientes los servicios que han recibido durante años.



Bodega Vargas

Esa cervecita fría, las tapitas, esos deliciosos caracoles, las albóndigas, los guisos caseros, esa sangre encebollá… deliciosos manjares que dicen adiós sin una última despedida tras un confinamiento que los ha mantenido cerrados durante meses. Aunque Manolo Vargas se puso a cargo de esta taberna hace 35 años, este lugar funcionaba como bodega desde hace mucho más tiempo.

En sus inicios era un lugar para tomarte un vinito y unas tapitas pero evolucionó dejando un legado de platos deliciosos en Rodrigo de Triana. No olvidemos su tortilla de papatas, los higaditos de pollo, el capote de melva, las albóndigas de choco, las huevas de maruca, las anchoas imperiales, y muchos más platos. El único lado positivo es que la familia tiene más bodegas en Triana, por lo que el espíritu se mantiene, aunque no será más en el mismo sitio.

Este establecimiento de Rodrigo de Triana es una crónica de una muerte anunciada, solo que el coronavirus puso final mucho antes de lo esperado. Los dueños del local donde Bodega Vargas tiene su negocio quiere vender el inmueble y no renovará el contrato de alquiler a los propietarios en noviembre, por lo que este negocio se ve obligado a cerrar de manera precipitada, puesto que no le ven mucho sentido a abrir ahora para cerrar en unos meses.

Bares que el virus se llevó

 

La Isla

En el centro de Sevilla, encontramos La Isla, ese lugar de tapeo, terraza y salones comedor entre la Plaza de Toros y la Catedral, uno de los restaurantes más tradicionales y reclamados de Sevilla. Fue fundada en 1946 y será recordada por tener una amplia carta compuesta por pescados, mariscos, carnes y arroces de toda la geografía española. También destacan su variada y amplia carta de vinos y sus postres de elaboración propia que ya no serán opción para sus clientes.

El adiós de este Restaurante significa un adiós gastronómico y cultural en el corazón de Sevilla. El cierre se debe a un desacuerdo entre el responsable del negocio y los propietarios del local. Un cierre que aunque no tiene que ver directamente con la Covid-19, si le afecta en el ámbito económico de la subida de alquiler.  Ya no olerá a pescaito frito recién hecho en el centro de Sevilla, algo que todos los que hemos pasado por allí echaremos mucho, mucho de menos. Se había convertido ya en un hábito ese olorcito dando un paseo.

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Fiorentina (heladería)

Esta histórica heladería artesanal de Sevilla abrió el 9 de abril de 1995 en pleno Casco Antiguo de Sevilla, y desde entonces, ha ofrecido a sus clientes hasta 300 variedades de helado a lo largo de los años, incluso con opciones para vegetarianos. Su propietario se ha encargado de ofrecer sus productos desde la cercanía, la familiaridad y la humildad, es por esto que la noticia del cierre de la heladería Fiorentina haya sido un golpe para sus clientes.

El dueño, Joaquín Liria, siente “dolor e impotencia” pero se queda con el aprendizaje a lo largo de los años tratando con miles de personas que consumían su producto. Joaquín no puede lidiar con los costes del alquiler en la calle Zaragoza, ni con las nóminas de sus empleados.

La decisión de Liria ha sido donar los helados a comedores sociales, para que ellos aprovechen lo que ya no podrá ser vendido. Cierra en el 25 aniversario de su labor, y aunque puede ser que este restaurante vuelva a abrir sus puertas, buscará otro lugar para continuar sus servicios.

 

Benjamín Martín

Un trato y una cocina típica de Andalucía, una dedicación familiar y un esfuerzo hostelero es lo que caracteriza a este negocio que cerrará sus puertas después de años de servicio. Benjamín Martín comenzó siendo un ultramarinos, después un supermercado en los años 80, y por último, un bar, tal como lo conocemos hoy. Si no visitaste este bar antes, te perdiste sus inolvidables platos: albóndigas en salsa, bacalao con tomate, su rareza extraordinaria de patata y huevo, caracoles del cuenco, cabrillas, la carne mechá, y muchas comidas más.

El cierre de este local no ha sido de manera trágica y por sorpresa, aunque las condiciones provocadas por la pandemia han hecho que los dueños tomen decisiones más tempranas que ya venían pensando desde hace tiempo.

Sus dueños ven su reapertura como “empezar de cero”, además ya habían soñado con este momento, después de la saturación hostelera a la que estaban expuestos. Aunque todavía les quedan unos años para su jubilación, a los responsables de este negocio las semanas de confinamiento les han hecho replantearse su futuro y acabar echando el cierre al negocio. Por esto, podemos añadir este negocio en los bares que el virus se llevó.

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El Traga de San Francisco

El Traga de San Francisco lleva dos años sirviendo a sus clientes, detrás de estos servicios exclusivos están el chef Jesús Rosendo y los hermanos Pedro y Manuel Adame. Su objetivo es dar protagonismo a las recetas andaluzas, siempre desde la calidad y la profesionalidad. Ofrecen tanto tapas como raciones de una dieta mediterránea. Algunos de sus platos son: ensaladilla de pulpo ahumado, tosta de semimojama de atún, gambones al ajillo, tomates de los Palacios con ventresca de atún y gazpacho de aguacate y cítricos, entre muchas otras variedades.

Todos los que han pasado por este establecimiento lo califican como un lugar tranquilo y maravilloso, tanto por el lugar y el trato, como por su comida.

La vuelta a su pequeña terraza con música de fondo es todavía un enigma. Este bar es un debate que todavía no tiene conclusión final. No abrirá de momento, no es que vaya a cerrar para siempre con certeza. Después de la temporada de verano, decidirán si reabren o no. Sí se mantiene abierto el establecimiento de la Calle Águilas. Respecto al Traga no sabemos todavía si entrará en la lista de los bares que el virus se llevó.

 

 



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